Bernardo del Carpio
Leyenda
Cueva o ermita de los Santos Pedro y Pablo
Ubicación:
Exterior del monasterio
En la llamada Peña Longa, custodiada por el monasterio premostratense, descansó el héroe cuya vida se movió entre la delgada línea de la leyenda y la realidad.
Según la «Crónica General de España» de Alfonso X el Sabio, Bernardo nació de los amores prohibidos entre el Conde de Saldaña, Sancho Díaz, y doña Jimena, hermana de Alfonso II el Casto. El rey, viendo el “horrible” acto de su hermana, decide encerrarla de por vida en un monasterio, mientras que al conde lo encarcela en el castillo de Luna (León) no sin antes castigarle cruelmente arrancándole los ojos. Bernardo crece en la corte, ajeno a los sufrimientos de sus progenitores. Ya en su juventud, participa en el que será el episodio que lo encumbrará a la fama, la gran batalla de Roncesvalles. En dicha batalla salvará a su tío Alfonso II el Casto de una segura muerte y acabará con el gran paladín francés, Roldán.
Las hazañas y la fama de Bernardo del Carpio fueron inspiración para muchos de los autores del brillante “Siglo de Oro”. El mismo Miguel de Cervantes trabajó durante una década en una obra sobre este caballero que desgraciadamente nunca vio la luz, pero que sabemos llevaba por título “El Famoso Bernardo”. En su obra cumbre “El Quijote” menciona varias veces al heroico caballero, mostrando la importancia que durante un gran período de tiempo ni el Cid Campeador le pudo arrebatar: “En lo de que hubo Cid no hay duda, ni menos Bernardo del Carpio, pero de que hicieron las hazañas que dicen, creo que la hay muy grande”.
En el interior de la cueva todavía se conserva un fragmento de la cubierta de un sepulcro en el que con letra gótica podemos leer: “Aquí yace sepultado el noble y esforzado caballero Bernardo del Carpio…”.
La fama del caballero fue tan grande que el propio Rey Carlos I de España y V de Alemania se acercó hasta al monasterio en 1522 para visitar la tumba del héroe, siendo obsequiado con la espada “Durendarte” del héroe, actualmente custodiada en la Real Armería de Madrid. Es precisamente este el primer momento que se vincula a Bernardo del Carpio con el monasterio de Santa María la Real, lo que nos sugiere la posibilidad de que los monjes se valiesen de la leyenda del personaje para aumentar la importancia de la abadía.