Estos magníficos bajorrelieves románicos se encuentran instalados en la fachada de la iglesia monacal. Están realizados en piedra calcarenita y representan ángeles que con las alas explayadas sujetan en sus manos un rollo a modo de una ancha filacteria.
Las piezas no se encuentran situadas en su lugar inicial, siendo trasladadas con posterioridad. Presentan unas inscripciones realizadas para ser leídas y, por ello, estar dispuestas cercanas a la vista del espectador, de manera que su posición original pudiera estar en el claustro o la iglesia. En la galería claustral, paralela al refectorio, se puede observar un espacio triangular en coincidencia con la silueta del ángel. Se desconoce la época en la que las esculturas fueron reinstaladas en el exterior, probablemente en época moderna, pero no hay dudas de la intención litúrgica de dichos bajorrelieves.
El estado de conservación de las piezas es bueno, a excepción de que han perdido la cabeza. Destaca la calidad del trabajo de los ropajes y de las alas desplegadas, junto con el detalle de la delicadeza de traza que se puede observar en los dedos de los pies y las manos.
En la inscripción que acompaña a uno de los ángeles podemos leer “Los que aquí venís y esto veis, edificar los corazones compungidos y rezar piadosamente para que no muráis”.
Estos ángeles son las esculturas de mayor calidad conservadas en el monasterio, probablemente talladas en la segunda mitad del siglo XII por el excepcional taller escultórico que trabaja en los capiteles del arco triunfal de la iglesia, hoy en el museo arqueológico de Madrid, dadas las similitudes estilísticas con las escenas del Cristo Triunfante y las Tres Marías ante el Sepulcro vacío de Cristo.