Si elevamos la vista, todavía podemos ver en los muros de la iglesia las llamadas “cruces de consagración”. Estas cruces hacen referencia a las doce cruces ungidas con óleo sagrado y dispuestas en el interior de la iglesia. Se colocaban durante la ceremonia de consagración del edificio por parte del obispo, y representan a los apóstoles, los cuales actúan como pilares de la Iglesia, que al igual que las cruces, soportan y protegen el templo.
Se trata de signos rituales que se trazan en lo alto de las paredes de los templos con la finalidad de bendecirlos, santificarlos y conferirles un carácter de protección contra las fuerzas del mal. Las cruces románicas se caracterizan por una enorme sencillez en sus trazos, generalmente rojos, y encuadrados en un círculo del mismo color.
Las cruces de consagración no deben confundirse con otros signos crucíferos trazados en los muros de los edificios, como pueden ser los que representan enterramientos.
En la iglesia de nuestro monasterio no conservamos las doce cruces de consagración, pero te retamos a que busques cuántas se mantienen.
