Una de las imágenes más, habitualmente, vinculada a los monasterios medievales es la existencia de una gran biblioteca. Si bien es cierto que existieron centros religiosos que las tenían, contando además con grandes scriptoriums donde los monjes trabajaban copiando y reproduciendo libros, lo cierto es que la mayoría de los monasterios simplemente tenían un pequeño armarium. Un hueco situado en la galería oriental del claustro donde los monjes guardaban los libros religiosos. El que tienes en frente es un buen ejemplo de armarium donde, como puedes ver, no caben más de una decena de libros. Nosotros tenemos muchos más en nuestra casa. Junto al armarium, en el claustro, se situaba un banco donde los monjes oraban y leían.
La mayoría de monasterios medievales no atesoraban muchos libros, por lo que no era necesario utilizar grandes espacios para guardarlos. Era suficiente con estos pequeños espacios. Tiempo después, con la llegada de la imprenta, la adquisición de libros empezó a crecer y estos pequeños espacios perdieron su función de almacenar libros, construyéndose, ahora sí, grandes bibliotecas.
El monasterio de Santa María la Real tiene un segundo armarium, construido durante la ampliación de la sacristía del siglo XVII. Te proponemos que busques y encuentres este antiguo almacén de libros.