En la sala capitular, además de la puerta de entrada que da paso al claustro, hay otros dos grandes arcos abiertos. Su apertura fue realizada en época moderna, ya que en origen estaban cegados. Tenían la función de albergar enterramientos de importantes personajes. Si os fijáis bien, veréis como uno de ellos conserva unos frisos que, aunque bastante deteriorados, muestran unas caras femeninas con los ojos rasgados que parecen tirarse del pelo, estas figuras representan a las plañideras.
A lo largo de toda la historia han existido mujeres que eran contratadas velar el cuerpo del difunto y llorar en los entierros. A esas mujeres se les llamaba plañideras. La palabra deriva de plañir, o lo que es lo mismo, gemir, sollozar o llorar.
No os extrañe encontrar tumbas en la sala capitular, cuya función principal era servir como lugar de reunión para la comunidad, ya que al ser un espacio importante dentro del monasterio también era utilizado como lugar de enterramiento. Si os fijáis en el suelo podréis observar otras tumbas, una de ellas decorada con dos bastones, que corresponde a un abad (el máximo responsable del monasterio), mientras que en otra veremos una espada, que corresponde a un caballero.
Busca un capitel, en la sacristía, donde aparezcan mujeres y un sepulcro, allí conocerás sus nombres.