El agua que brota de la peña, la abundancia de la caza, los bosques y las tierras que lo rodeaban, fueron los motivos principales por los que los hermanos Opila y Alpidio, según la leyenda fundadores del monasterio, deciden trasladarse a la zona y empezar a construir el edificio.
El agua era un punto importante para el monasterio y los monjes que lo habitaban. Utilizaban el agua para cocinar, asearse, calmar la sed y como fuente de riqueza pues con él accionaban el molino, que era utilizado por los campesinos del entorno previo pago del impuesto correspondiente. Con respecto a la higiene en el monasterio medieval, ésta era muy diferente a la actual, pero no tan escasa como a veces se ha contado. Los monjes tenían que asearse a diario, fundamentalmente antes de asistir a la eucaristía. Diferente es el tema de los baños, que no eran tan frecuentes. En algunos documentos leemos la obligatoriedad de bañarse, al menos, dos veces al año, antes de Navidad y de Pascua.
En este caso, el pozo que vemos en el interior del claustro, es una forma de alcantarillado, para eliminar toda el agua que les aportaba tanto la lluvia como el deshielo, ya que no tenían necesidad de acumular.
Contaban con agua en diferentes estancias, como la cocina o la capilla del abad. En esta última sala se puede contemplar una fuente, donde aparecen unas conchas. Aquí recogían agua para lavar el cuerpo del monje que había muerto y después lo trasladaban a la iglesia para su enterramiento. Localiza esta fuente y observa su bonita decoración.
